Todo empezó con un texto de Baroja…
«Mi tía Úrsula, hermana mayor de mi madre, solterona romántica, comenzó a enseñarme a leer. Doña Celestina era como el espíritu de la tradición en la familia Aguirre; la tía Úrsula representaba la fantasía y el romanticismo.»
—¿Qué significa Úrsula? —me pregunta inocentemente mi alumna chinita (a quien en breve tendré que empezar a pagar derechos de autor).
—Es el nombre de la tía, es un nombre propio.
—¿Úrsula? Qué nombre más feo, nunca he oído ese nombre.
—Es un poco antiguo, sí.
—¿Y qué es espíritu? —me sigue preguntando, sin mala intención.
Y yo me pregunto: 1. ¿Quién ha sido el listo que ha puesto un texto de Baroja en un libro de quinto de primaria? y 2. ¿Por qué en lugar de explicarle que, en este contexto, espíritu es tendencia, inclinación etc. preferí meterme en el siguiente berenjenal?
—Pueesss… espíritu es la parte de las personas que no es corporal —me aventuro.
—¿Corporal? —duda ella.
—Sí, la parte que no se puede ni tocar ni ver. Como el pensamiento —sigo yo, convencidísima.
—Pero tocar también es sentir, ¿no? Porque si yo toco esta hoja —dice, cogiendo la esquina de un folio—, también la siento.
—Sí, tocar también es sentir.
—Entonces el pensamiento se puede tocar, porque cuando piensas algo también lo sientes. Y lo estás viendo, porque tienes la imagen en la cabeza.
Entonces me puse a pensar qué diablos es el espíritu y si realmente existe cosa semejante, y si se puede separar el cuerpo de la mente. Y resulta que hasta una niña de 10 años sabe mejor que yo que, al menos, no puede hacerse fácilmente.
«¿Y qué le digo yo ahora?»… he aquí la perla que solté:
—Bueno, digamos que es la parte de las personas que no es sólida.
—¿Sólida?, ¿qué es sólida?
—Duro, lo que no es duro como los brazos.
—Pero las células son blanditas.
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Aquí ya supe que no tenía nada que hacer, porque su convicción de que las células son unas cosas blanditas es absoluta. Por ahí no tenía salida. Así que, como casi siempre, me escapé como pude:
—Bueno, a lo que vamos, ¿espíritu lleva o no lleva tilde?
Menos mal que no se le ocurrió comprobar que esa definición un poco fantasmilla que le di (y que por cierto coincide más o menos con la que da el María Moliner), para el texto de Baroja quedaba cuanto menos extraña.
Ahora, para prepararme las clases de primaria, me estoy leyendo las obras completas de Hegel, ¿qué menos, no?