02 junio, 2009

Ébano


Hay hombres que afirman tener animales viviendo dentro de la cabeza, que —aseguran— escuchar el vuelo de un ave no los molesta pero el rugido del león los atemoriza; y mujeres que realizan acrobacias al bajar del autobús, con una criatura atada a la cintura, otra cogida de la mano, y una pesada tinaja sobre la cabeza; hay caravanas de personas y animales que se desplazan por un desierto de arena y fuego intentando encontrar agua y comida, y hora tras hora van cayendo, por orden, los cuerpos sin vida de las cabras, los niños, las mujeres, los hombres y sus camellos; hay risas escandalosas en cada saludo, y bailes improvisados y multitudinarios en mitad de la calle; hay niños que parten un caramelo en veinte diminutos trozos para compartirlo con los demás niños, y hay señores de la guerra que destruyen aldeas y roban a los pobres para quedarse con todo; hay polacos que recitan versos de poetas neorrománticos en bares de lugareños y parejas de turistas que no se mezclan con los locales; hay mujeres cuya única posesión en este mundo es una olla y que gritan desesperadas si se la quitan, y hay ladrones que mueren a manos de la gente del barrio; hay tribus que atacan y tribus que se vengan; hay todavía una huella imborrable de esclavitud impuesta por los europeos; hay vida terrenal y hay vida espiritual y ánimas y hechizos y males de ojo; y, sobre todo, hay un sol permanente, aterrador y asesino, y también hay, de vez en cuando, un gran mango de hojas verdes y frondosas bajo cuyas ramas los niños aprenden a deletrear, y a cuya fresca sombra se sientan los africanos a contarse historias durante horas.

Ébano es la perla negra que nos dejó Kapuściński, un libro que se lee con el corazón encogido y los ojos abiertos de pura sorpresa, con ganas de seguir leyendo y descubriendo, y de que no termine nunca.

18 mayo, 2009

Hagamos un trato



Compañera
usted sabe
que puede contar
conmigo
no hasta dos
o hasta diez
sino contar
conmigo
.
si alguna vez
advierte
que la miro a los ojos
y una veta de amor
reconoce en los míos
no alerte sus fusiles
ni piense qué delirio
a pesar de la veta
o tal vez porque existe
usted puede contar
conmigo
.
si otras veces
me encuentra
huraño sin motivo
no piense qué flojera
igual puede contar
conmigo
.
pero hagamos un trato
yo quisiera contar
con usted
es tan lindo
saber que usted existe
uno se siente vivo
y cuando digo esto
quiero decir contar
aunque sea hasta dos
aunque sea hasta cinco
no ya para que acuda
presurosa en mi auxilio
sino para saber
a ciencia cierta
que usted sabe que puede
contar conmigo.

© Mario Benedetti & Joan Manuel Serrat

15 mayo, 2009

El sitio de mi recreo



"...Este tipo de cosas que forman parte del mundo propio interno y que a lo mejor sólo tienen la posibilidad de salir al exterior a través de canciones como esta:

Donde nos llevó la imaginación,
donde con los ojos cerrados
se divisan infinitos campos.

Donde se creó la primera luz,
junto a la semilla de cielo azul,
volveré a ese lugar donde nací.

De sol, espiga y deseo
son sus manos en mi pelo,
de nieve, huracán y abismos,
el sitio de mi recreo.

Viento que en su murmullo parece hablar
mueve el mundo y con gracia lo ves bailar,
y con él el escenario de mi hogar.

Mar, bandeja de plata, mar infernal
es un temperamento natural,
poco o nada cuesta ser uno más.

De sol, espiga y deseo
son sus manos en mi pelo
de nieve, huracán y abismos,
el sitio de mi recreo.

Silencio, brisa y cordura
dan aliento a mi locura,
hay nieve, hay fuego, hay deseos,
allí donde me recreo."

© Antonio Vega

26 marzo, 2009

Pez volador

En Japón todavía hay quienes se sumergen en el océano en busca de perlas. Bucean por fondos marinos con una espátula en la mano para despegar los moluscos de las rocas. Se quedan el tiempo suficiente para conseguir una buena recolecta de ostras, con la esperanza de que una de ellas, algún día, les regale una perla.

Alejandro Cánovas nos ofrece, desde Japón, una pequeña joya, una de esas perlas finas y perfectas, tan difíciles de encontrar:

Pez volador es una película de animación basada en el relato homónimo del escritor Eloy Tizón (de su libro de cuentos Parpadeos, Ed. Anagrama).
La devoción de un hombre a su familia, la conmovedora inocencia de un niño, el amor de un hijo hacia su padre, el inevitable y doloroso momento de hacerse mayor y dejar atrás la infancia, son valores y emociones universales que Alejandro Cánovas ha sabido dibujar, en apenas 10 minutos de película, con la misma delicadeza y cariño con que fueron escritos por Eloy Tizón.

Espero que os guste.

12 marzo, 2009

«Mi oficio»


Llevo varios días pensando en cómo juntar palabras para esta entrada, y finalmente he decidido cederle la palabra a Natalia Ginzburg, que expresa a la perfección lo que siento:

«En las cosas que escribimos afloran continuamente recuerdos de nuestro pasado, nuestra propia voz resuena de continuo y no conseguimos imponerle silencio. Entre nosotros y los personajes que inventamos entonces, que nuestra fantasía languideciente consigue, no obstante, inventar, nace una relación particular, tierna y como materna, una relación cálida y húmeda de lágrimas, de una intimidad carnal y asfixiante.
[…] Mi oficio es escribir historias, cosas inventadas o cosas que recuerdo de mi vida, pero, en cualquier caso, historias, cosas en las que no tiene nada que ver la cultura, sino sólo la memoria y la fantasía. Este es mi oficio y lo haré hasta mi muerte.
[…] Pero, como oficio, no es broma. Estamos continuamente amenazados por graves peligros en el mismo instante de redactar nuestra página. Existe el peligro de ponerse de repente a coquetear y a cantar. Yo siempre tengo unas ganas locas de ponerme a cantar, debo contenerme mucho para no hacerlo. Y está el peligro de estafar con palabras que no existen de veras en nosotros, que hemos encontrado por casualidad fuera de nosotros y que reunimos con destreza porque hemos llegado a ser bastante listos. Está el peligro de pasarnos de listos y estafar.
Es un oficio bastante difícil, como veis, pero es el más bonito del mundo. Los días y los asuntos de nuestra vida, los días y los asuntos de la vida de los demás a los que asistimos, lecturas e imágenes y pensamientos y conversaciones lo alimentan y crece en nuestro interior. Es un oficio que se nutre también de cosas horribles, se come lo mejor y lo peor de nuestra vida, en su sangre fluyen tanto nuestros sentimientos malos como los buenos. Se alimenta y crece en nuestro interior.»

Natalia Ginzburg
de «Mi oficio», Las pequeñas virtudes

Gracias a Jorge Rodríguez por su Crítica Alas
Gracias a mi hermano Marcelo por la foto tan conseguida.
Gracias a todos por estar.

© Imagen: M.C. Escher

23 febrero, 2009

El estreno


Danielle Barcelo-Guez (a mi lado en la foto) fue mi maestra de los 4 a los 5 años, y también fue quien me enseñó a escribir. Publicó mi primer cuento en la revista del Liceo Francés, cuando yo debía de tener unos seis o siete años. Así que ella tiene parte de responsabilidad en el hecho de que yo estuviese presentando Alas el 21 de febrero en la Fnac Bulevar, en Alicante, mi ciudad natal. No conservo ese primer relato, pero sí recuerdo que contaba alguna calamidad que me había ocurrido con un mosquito, porque cuando era pequeña los insectos se ensañaban conmigo. Así que escribí sobre el mosquito que me picó y sobre el médico al que me llevó mi madre, y las medicinas que tuve que tomar, y sobre cuánto me escocía aquello. Esas eran las cosas que me obsesionaban a los siete años.

Hace unos seis años lo que me obsesionaba era saber por qué había tomado decisiones que no me hacían feliz, por qué estaba recorriendo un camino (el de ingeniera) que no era el mío. Quería descubrir qué deseaba hacer de verdad en la vida, qué era lo que me gustaba hacer. La niña de siete años que odiaba los mosquitos lo tenía claro: «Escribir, a mí me gusta escribir». Lo tenía tan claro que decidí hacerle caso. Así nació Alas, a partir de esas otras obsesiones. Casi tres años después de nacer, lo tengo en mis manos, publicado y con un premio. Y me hace muy feliz.

Por eso quiero agradecer de nuevo a todos los que lo han hecho posible: a la Fundación de la Universidad Complutense, al jurado del Premio Joven de Narrativa, a la editorial EDAF, al diseñador de la portada, que no se ha llevado más que piropos, a la Fnac Bulevar por su interés en esta presentación.

También quiero dar las gracias a algunos escritores ya consagrados que me han apoyado mucho, en especial a Eloy Tizón, que desde el principio creyó en mi escritura y en mi proyecto literario, y a Chema Gómez de Lora, que siempre me animó a seguir adelante. Gracias de corazón a mi familia y a mis amigos, por estar a mi lado siempre en mi decisión de buscar mi camino en la escritura.

Gracias a todos los que estuvieron el 21 y a los que no pudieron estar en cuerpo, porque sí estaban en alma, por hacer de esta primera presentación algo tan bonito, y en especial gracias a Danielle por estar a mi lado ese día.

16 febrero, 2009

Regreso

Algunos andenes reservan al viajero gratas sorpresas. El tren al que subí hace ahora casi un año me ha llevado por territorios nuevos y maravillosos. No ha dejado de desplegar ante mí constelaciones desconocidas.

Me trajo a esta ciudad mediterránea, lejos de mi querida Madrid donde tanto, tanto he aprendido; a esta ciudad de mar y huerta, de pólvora y luz, de jardines largos y estrechos, de torres rotundas y casas viejas, de gentes cercanas y cordiales; a esta ciudad que ya conocía pero que he redescubierto. Porque nada tiene que ver con la Valencia que conocí hace ya quince años: el viajero a veces vuelve, y cuando vuelve mira con ojos distintos, respira con otros pulmones, vive con un corazón que ya no es el mismo.

Aquel tren me trajo a este hogar (¡oh, sí, otra vez un hogar!, no se acaban los hogares así como así), donde cuido y me dejo cuidar, quiero y me dejo querer, miro, respiro y vivo como una persona nueva.

Aquí, en esta casa, junto a un hombre y un gato mimosos y alegres, amantes y amables, he descubierto que a veces los sueños se hacen realidad…

http://www.edaf.net/es/libro.asp?producto=1694


…y ahora pienso que, para hacerlos llegar a tu andén, lo que más importa es no dejar de creer en ellos.

El viajero ha regresado.