26 julio, 2007

Adivinaciones




Últimamente, las experiencias marcianas se reproducen en la oficina.

Hace un par de días, se sentó a mi lado un compañero, llamémoslo Cándido, para encargarme la traducción de unas partidas de equipos de climatización. Estaba mostrándome la ruta del fichero y, una vez abierto, entre extractores y aires acondicionados, me mira con ojos tiernos, y tímidamente, con mucho tacto, me pregunta:

-¿Cómo llevas el embarazo?

En ese mismo momento, mientras la Menchu inclinaba la cabeza hacia un lado de la pantalla de su ordenador para poder contemplar la escena sin obstáculos, aparecieron en mi mente varias cosas: un condón pinchado, un útero con un feto, ambos de color anaranjado (tipo ilustración de libro de secundaria) y una frase que se materializó en cuestión de microsegundos, una de esas ideas absurdas que surgen espontáneamente para dar explicación lógica a algo que no la tiene ni de lejos: "Pero, ¿cómo ha podido pasar?, ¿¿¿y cómo demonios puede saberlo él si ni siquiera lo sabía yo???".

Al fin logro contestarle:

-Perdona, ¿me has preguntado por mi embarazo?
-Sí -sigue contándome con la misma timidez-... como el otro día nos invitaste a palmeritas porque estabas de tres meses...

¡¡Una broma!! Aquello fue una broma... Qué susto. De repente lo había imaginado en su casa con una bola de cristal en las manos, adivinando estados de esperanza (o desesperación, según el caso). Después de explicarle que aquello había sido un chiste de las chicas, todos nos reímos (incluida yo) con ganas.

No hace falta decir que desde entonces soy la embarazada oficial de la oficina, y que gasto mucho cuidado con el café que tomo. Ya tengo hasta padrino para mi nohijo.

En favor de Cándido he de decir que demostró una abertura mental nada despreciable, dados los compañeros (que no las circunstancias), al no entrar en modo aturullado cuando pensaba que 1) no tengo novio 2) vivo con un divorciado y su hija 3) no me enrollo con mi compañero de piso y 4) estoy embarazada.
¡¡Hasta yo me asustaría!!