27 agosto, 2007

Las pequeñas virtudes



Se han acabado las vacaciones, y este verano he aprendido muchas cosas:


-Que algunas medusas, cuando pican, te dejan una cicatriz en forma de grafitti, como si quisieran plasmar su firma; pero al cabo de dos días, si no piensas en ello, deja de escocerte.

-Que las madres siempre consiguen, de alguna manera, recolocar sus convicciones y sus creencias para encajar las decisiones de sus hijos, por muy incomprensibles que les resulten en un principio.

-Que algunas personas a veces tardan mucho en darse cuenta de que te fallaron en un momento crítico de tu vida, pero acaban reconociéndolo, y es de agradecer.

-Que es emocionante reencontrarse con una amiga de la adolescencia y comprobar que, a pesar del tiempo, la complicidad sigue ahí; y recordar con ella cuáles son las cosas que de verdad importan en la vida, y lo duro (y contraproducente) que resulta que esperen de ti que seas "perfecta" y que lleves una vida "perfecta".

-Que, si alguna vez tengo hijos, dejaré que sean lo que quieran ser, que sean como quieran ser. Lo prometo.

-Que, en ciertas cosas, algunas dan en el clavo:

"Por lo que respecta la educación de los hijos, creo que no hay que enseñarles las pequeñas virtudes, sino las grandes. [...] Acostumbramos a dar al rendimiento escolar de nuestros hijos una importancia del todo infundada. Y esto no es sino respeto por la pequeña virtud del éxito. [...] Les exigimos el éxito, queremos que satisfagan nuestro orgullo. [...] En general, creo que hay que ser muy cautos al prometer y suministrar premios y castigos. Porque la vida rara vez tendrá premios y castigos. Con frecuencia, los sacrificios no tienen ningún premio, y a menudo, las malas acciones no son castigadas, al contrario, a veces son espléndidamente recompensadas con éxito y dinero. Por eso es mejor que nuestros hijos sepan desde la infancia que el bien no recibe recompensa y el mal no recibe castigo, y que, sin embargo, es preciso amar el bien y odiar el mal, y no es posible dar una explicación lógica de esto."

Las pequeñas virtudes, Natalia Ginzburg.

-Y por último, que los peces jakuzzi no son una leyenda: existen y es una alegría toparse con uno :-)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

"Es emocionante reencontrarte con una amiga de la adolescencia"

Además de emocionante, es como un milagro. Este verano yo también disfrutado de esa sensación :)

Gonmator dijo...

Por lo que has aprendido, han debido ser unas vacaciones muy productivas.

Al compartir esas enseñanzas haces mis no-vacaciones muchísimo más productivas de lo que han sido en el trabajo (¡aunque hubiera trabajado!).

Gupe dijo...

Después de 12 años sin vernos, fue como si nos hubiésemos visto el día anterior; sólo que con mucha más vida vivida, claro, y más lecciones aprendidas, y más distancia frente al pasado... en fin, muy enriquecedor.

Mi vacaciones han sido productivas, sí, pero no creas, también he hecho otras cositas, ¿eh?, no todo va a ser aprender...