26 marzo, 2009

Pez volador

En Japón todavía hay quienes se sumergen en el océano en busca de perlas. Bucean por fondos marinos con una espátula en la mano para despegar los moluscos de las rocas. Se quedan el tiempo suficiente para conseguir una buena recolecta de ostras, con la esperanza de que una de ellas, algún día, les regale una perla.

Alejandro Cánovas nos ofrece, desde Japón, una pequeña joya, una de esas perlas finas y perfectas, tan difíciles de encontrar:

Pez volador es una película de animación basada en el relato homónimo del escritor Eloy Tizón (de su libro de cuentos Parpadeos, Ed. Anagrama).
La devoción de un hombre a su familia, la conmovedora inocencia de un niño, el amor de un hijo hacia su padre, el inevitable y doloroso momento de hacerse mayor y dejar atrás la infancia, son valores y emociones universales que Alejandro Cánovas ha sabido dibujar, en apenas 10 minutos de película, con la misma delicadeza y cariño con que fueron escritos por Eloy Tizón.

Espero que os guste.

12 marzo, 2009

«Mi oficio»


Llevo varios días pensando en cómo juntar palabras para esta entrada, y finalmente he decidido cederle la palabra a Natalia Ginzburg, que expresa a la perfección lo que siento:

«En las cosas que escribimos afloran continuamente recuerdos de nuestro pasado, nuestra propia voz resuena de continuo y no conseguimos imponerle silencio. Entre nosotros y los personajes que inventamos entonces, que nuestra fantasía languideciente consigue, no obstante, inventar, nace una relación particular, tierna y como materna, una relación cálida y húmeda de lágrimas, de una intimidad carnal y asfixiante.
[…] Mi oficio es escribir historias, cosas inventadas o cosas que recuerdo de mi vida, pero, en cualquier caso, historias, cosas en las que no tiene nada que ver la cultura, sino sólo la memoria y la fantasía. Este es mi oficio y lo haré hasta mi muerte.
[…] Pero, como oficio, no es broma. Estamos continuamente amenazados por graves peligros en el mismo instante de redactar nuestra página. Existe el peligro de ponerse de repente a coquetear y a cantar. Yo siempre tengo unas ganas locas de ponerme a cantar, debo contenerme mucho para no hacerlo. Y está el peligro de estafar con palabras que no existen de veras en nosotros, que hemos encontrado por casualidad fuera de nosotros y que reunimos con destreza porque hemos llegado a ser bastante listos. Está el peligro de pasarnos de listos y estafar.
Es un oficio bastante difícil, como veis, pero es el más bonito del mundo. Los días y los asuntos de nuestra vida, los días y los asuntos de la vida de los demás a los que asistimos, lecturas e imágenes y pensamientos y conversaciones lo alimentan y crece en nuestro interior. Es un oficio que se nutre también de cosas horribles, se come lo mejor y lo peor de nuestra vida, en su sangre fluyen tanto nuestros sentimientos malos como los buenos. Se alimenta y crece en nuestro interior.»

Natalia Ginzburg
de «Mi oficio», Las pequeñas virtudes

Gracias a Jorge Rodríguez por su Crítica Alas
Gracias a mi hermano Marcelo por la foto tan conseguida.
Gracias a todos por estar.

© Imagen: M.C. Escher