Llevo varios días pensando en cómo juntar palabras para esta entrada, y finalmente he decidido cederle la palabra a Natalia Ginzburg, que expresa a la perfección lo que siento:
«En las cosas que escribimos afloran continuamente recuerdos de nuestro pasado, nuestra propia voz resuena de continuo y no conseguimos imponerle silencio. Entre nosotros y los personajes que inventamos entonces, que nuestra fantasía languideciente consigue, no obstante, inventar, nace una relación particular, tierna y como materna, una relación cálida y húmeda de lágrimas, de una intimidad carnal y asfixiante.
[…] Mi oficio es escribir historias, cosas inventadas o cosas que recuerdo de mi vida, pero, en cualquier caso, historias, cosas en las que no tiene nada que ver la cultura, sino sólo la memoria y la fantasía. Este es mi oficio y lo haré hasta mi muerte.
[…] Pero, como oficio, no es broma. Estamos continuamente amenazados por graves peligros en el mismo instante de redactar nuestra página. Existe el peligro de ponerse de repente a coquetear y a cantar. Yo siempre tengo unas ganas locas de ponerme a cantar, debo contenerme mucho para no hacerlo. Y está el peligro de estafar con palabras que no existen de veras en nosotros, que hemos encontrado por casualidad fuera de nosotros y que reunimos con destreza porque hemos llegado a ser bastante listos. Está el peligro de pasarnos de listos y estafar.
Es un oficio bastante difícil, como veis, pero es el más bonito del mundo. Los días y los asuntos de nuestra vida, los días y los asuntos de la vida de los demás a los que asistimos, lecturas e imágenes y pensamientos y conversaciones lo alimentan y crece en nuestro interior. Es un oficio que se nutre también de cosas horribles, se come lo mejor y lo peor de nuestra vida, en su sangre fluyen tanto nuestros sentimientos malos como los buenos. Se alimenta y crece en nuestro interior.»
Natalia Ginzburg
de «Mi oficio», Las pequeñas virtudes
Gracias a Jorge Rodríguez por su Crítica Alas
Gracias a mi hermano Marcelo por la foto tan conseguida.
Gracias a todos por estar.
© Imagen: M.C. Escher