03 mayo, 2007

Burbujas


Encontrarme con una amiga después de varios años y contarnos la vida; leer a Pessoa y su desasosiego y sentir que ese libro soy yo, que yo soy ese libro y sus saudades; quedarme sin habla después de un abrazo esperado y cálido, silencioso y tierno, emocionado; Yingming diciéndome que le gustaría que yo fuese su maestra del cole; imaginar la estela blanca de cinco mil gansos -escapados de un cuento de Ford- sobrevolando un lago, figurarme que también yo tengo alas, que puedo ser uno de ellos y volar; que un amigo escritor -o un escritor amigo- me envíe los cuentos que guarda en el cajón de las dudas; que mi compañero de piso me dé los buenos días con una canción que ha inventado para mí; olvidar el sexto mandamiento por siempre jamás; mirar al cielo y que llueva; mirar al cielo y que luzca el sol; escuchar a los pájaros cortejarse; desear ser un pájaro y cortejar como ellos, cantando entre ramas verdes al atardecer; abrazar un árbol y sentir que formo parte del mundo; echarme sobre un campo de amapolas y dejar que el viento se mezcle con mi pelo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Desde luego en las últimas semanas sí que has estado en una burbuja, ¡no había forma de dar contigo! :)

Hay tantas cosas pequeñas, que casi pasan desapercibidas o que olvidamos saborear, que son las que hacen que el día haya valido la pena. En lugar de esperar los grandes acontecimientos deberíamos disfrutar de las burbujas, ver cómo van flotando, frágiles pero livianas. Hasta cuando explotan dejan una gota de rocío.

Gupe dijo...

Mmmmmh Sí, las burbujas hacen que valga la pena :-)

Anónimo dijo...

burbujas... ¡como la de los peces jakuzzi! :-)